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viernes, 12 de abril de 2013

LIBERTAD


¡Para la clase de mañana, amados!
Cariños de la hermana menor

LIBERTAD

Para ser libre de la mundana escoria
Y alcanzar la inmensidad radiante y bella
Supera los rígidos furores de la borrasca
Que te estremece en la carne transitoria.

Abandona los adornos de la ilusión corpórea
Y abraza la extraña y rigurosa tutela
De la aflicción, que te humilla y te flagela
En tu camino de esperanza y gloria.

Encadenado así a la cruz de tu propio sueño,
¡Transpone las tinieblas del abismo aterrador
En los supremos martirios de la ansiedad! ...

Y, ave distante del lodo terrestre,
Celebrarás en la pompa de Áureas Cumbres,
La conquista de la Eterna Libertad.

CRUZ E SOUZA

I.- Libertad natural
825. ¿Hay posiciones en el mundo en las que el hombre pueda jactarse de disfrutar de libertad absoluta?
- No, porque todos necesitáis los unos de los otros, así los humildes como los poderosos.
826. ¿En qué condición podría el hombre gozar de absoluta libertad?
- El eremita en un desierto. Tan pronto como haya dos hombres juntos, tendrán derechos ajenos que respetar y, por tanto, ya no gozarán de libertad absoluta.
827. La obligación de respetar los derechos de los demás ¿quita al hombre el derecho de ser dueño de sí?
- De ninguna manera, porque es ese un derecho que le otorga la Naturaleza.
828. ¿Cómo conciliar las opiniones liberales de ciertos hombres con el despotismo que con frecuencia ejercen en su casa y sobre sus subordinados?
- Poseen la comprensión de la ley natural, pero ésta se halla contrabalanceada por el orgullo y el egoísmo. Entienden lo que deben hacer –cuando sus principios no son una comedia que representen con cálculo- pero no lo ponen en práctica.
828 a. Los principios que han profesado en este mundo ¿se les tomarán en cuenta en la otra vida?
- Cuanto más inteligencia se tiene para comprender un principio, tanto menos disculpable se es de no aplicárselo a sí mismo. En verdad os digo que el hombre simple pero sincero está más adelantado en el camino de Dios que aquel otro que quiere aparentar lo que no es.

II.- Esclavitud
829. ¿Hay hombres que, por naturaleza misma, estén destinados a ser propiedad de otros hombres?
- Toda sujeción absoluta de un hombre a otro es contraria a la ley de Dios. La esclavitud constituye un abuso de la fuerza. Desaparece con el progreso, de la manera que poco a poco van concluyendo todos los abusos.
La ley humana que consagra la esclavitud es una ley antinatural, puesto que equipara al hombre con el animal y lo degrada moral y físicamente.
830. Cuando la esclavitud está implantada en las costumbres de un pueblo, ¿los que se benefician con ella son reprensibles, si no hacen otra cosa que adaptarse a un uso que se les antoja natural?
- El mal siempre es el mal. Todos vuestros sofismas no lograrán que una mala acción se torne buena. Pero la responsabilidad del mal está relacionada con los medios que se tengan para comprenderlo. El que extraiga provecho de la ley que consagra la esclavitud es, en todos los casos, culpable de violación a la ley natural. Mas en esto, como en todas las cosas, la culpabilidad es relativa. Al haberse incorporado la esclavitud a las costumbres de ciertos pueblos, el hombre ha podido beneficiarse con ella de buena fe, como con algo que se le ocurría natural. Pero tan pronto como su razón más desarrollada, y sobre todo esclarecida por las luces del Cristianismo, le mostró que el esclavo era igual a él ante Dios, ya no tuvo excusa.
831. La desigualdad natural de las aptitudes ¿no pone a ciertas razas humanas bajo la dependencia de otras más inteligentes?
- Sí, mas para elevarlas y no para embrutecerlas todavía más mediante la servidumbre. Durante demasiado tiempo han venido considerando los hombres a los individuos de ciertas raza Humanas como animales de labor, provistos de brazos y manos que se han creído con derecho a vender cual si se tratara de bestias de carga. Aquellos hombres que se conceptúan de sangre más pura. ¡Insensatos, que sólo ven la materia! No es la sangre la que sea pura en mayor o menor grado, sino el Espíritu.
832. Hay personas que tratan a sus esclavos con humanidad, cuidando que no carezcan de nada, y que piensan que la libertad expondría a éstos a mayores privaciones. ¿Qué dices de ello?
- Digo que ésos comprenden mejor sus intereses. También cuidan mucho sus bueyes y caballos, a fin de obtener mejor precio por ellos en el mercado. No son tan culpables como los que maltratan a sus esclavos, pero no dejan de disponer de ellos como de una mercancía, privándolos del derecho de ser dueños de sí.
 
 Cuestionario de Discusión

 1. El hombre es libre y fue creado para ser feliz, destinado a la perfección; sin embargo, su libertad no es absoluta, sino restringida. ¿Por qué?

 2. ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas y futuras de las acciones irreflexivas o irresponsables de las personas?

3. ¿Cuál es la relación existente entre libertad y libre albedrío?

4. ¿De qué manera puede el hombre ser feliz sin impedir la libertad de acción del prójimo?

5. ¿Por qué es importante que tengamos libre albedrío?

6. ¿Por qué es condenable cualquier modalidad de esclavitud?

7. ¿Puede el dolor ser considerado un obstáculo a la libertad humana? Justifique su respuesta.

8. ¿En qué principios debemos basarnos para evitar la esclavitud?

9. ¿Cuál es el peor tipo de esclavitud?

10. ¿Qué debemos hacer para ser realmente libres?

 LA LIBERTAD NATURAL Y LA ESCLAVITUD

La libertad es la condición básica para que el alma construya su destino. Al principio parece limitada a las necesidades físicas, condiciones sociales, intereses o instintos. Pero cuando se analiza el problema más profundamente, se ve que la libertad, aunque incipiente, es siempre suficiente para permitir que el hombre rompa ese círculo restringido y construya a voluntad su propio futuro.

«Intrínsecamente libre, creado para la vida feliz, el hombre trae, sin embargo, grabados en la propia conciencia, los límites de su libertad. Jamás debe constituir un obstáculo en la senda por donde avanza su prójimo, le está vedado explotar otras vidas, bajo ningún argumento, de las que pueda coartar el derecho a la libertad. (...) La libertad emana de la legítima responsabilidad y no puede triunfar sin esta última. La responsabilidad surge de la madurez personal en relación con los deberes morales y sociales, que son el problema matriz que promueve los legítimos derechos humanos. Por la ley natural todos los seres poseemos derechos que, no obstante, no eximen a ninguno de las respectivas obligaciones que provienen de su uso.
A toda criatura le es concedida la libertad de pensar, hablar y obrar, siempre que esa concesión implique el respeto a los derechos semejantes del prójimo.


Ser libre, por lo tanto, es saber respetar los derechos ajenos, porque «(...) desde que estén juntos dos hombres, existen entre ellos derechos recíprocos que les corresponde respetar (...).» Vivimos en un planeta que se caracteriza por el predominio del mal sobre el bien; es un planeta inferior donde sus habitantes están sometidos a pruebas y expiaciones; de ahí que sea común que muchos Espíritus no posean el discernimiento natural para el empleo de la libertad que Dios les concedió. Que haya abusos de poder, puestos de manifiesto en las tentativas del hombre de esclavizar a sus semejantes, en diferentes formas e intensidades, constituye un ejemplo típico del mal uso de esta ley natural.

A medida que el ser humano evoluciona, crece con él la responsabilidad sobre sus actos, sobre sus manifestaciones verbales y aún sobre sus pensamientos. En este nivel evolutivo comienza a comprender que la libertad no se traduce en hacer o dejar de hacer determinada cosa, irresponsablemente. Empieza a controlar su línea de conducta, de manera que ésta no alcance desastrosamente al prójimo. Comprende en fin, que su libertad termina donde comienza la de sus semejantes. La voluntad personal o libre albedrío es entonces ejercitada de una manera más coherente, más responsable. El Libre Albedrío se define como la «facultad que tiene el individuo de determinar su propia conducta, o en otras palabras, la posibilidad que tiene de elegir, entre dos ó más razones suficientes para querer y obrar, una de ellas y hacer que prevalezca sobre las demás».

Sin el libre albedrío el hombre no tendría el mérito de practicar el bien o evitar el mal, pues si la voluntad y la libertad del Espíritu no fueran ejercitadas, el hombre no sería más que un autómata. Por el contrario, con el libre albedrío, el individuo se transforma en el arquitecto de su propia vida, de su felicidad o desdicha, de su mayor responsabilidad en cualquier acto que practique. La libertad y el libre albedrío guardan una correlación fundamental en la criatura humana y aumentan de acuerdo con su elevación y conocimiento. Si por un lado tenemos la libertad de pensar, hablar y obrar, por otro el libre albedrío nos confiere la responsabilidad de nuestros actos, por haber sido practicados libremente y por nuestra propia voluntad.

La sujeción absoluta de un hombre a otro es un error gravísimo, de consecuencias desastrosas para quien lo practica. La esclavitud, sea física, intelectual o socio-económica es siempre un abuso de la fuerza que tiende a desaparecer con el progreso de la humanidad... Es un atentado a la Naturaleza, donde todo es armonía y equilibrio. Quien agrede arbitrariamente, cercenando la libertad de los otros, esclavizándolos mediante los diversos procesos que ofrece el mundo moderno, sufre la natural consecuencia que es el azote del dolor, que despierta y corrige, educa y eleva hacia los niveles superiores de la vida. Nuestra libertad no es absoluta porque vivimos en Sociedad, donde debemos respetar los derechos de las personas. Con base en este precepto resulta absurdo aceptar cualquier forma de esclavitud: física, social, económica, ideológica, religiosa, etc.

«...Durante mucho tiempo se aceptó como justa la esclavitud de los pueblos vencidos durante las guerras; así como fue permitido por los códigos terrestres que los hombres de ciertas razas fueran cazados y vendidos como bestias de carga, en la falsa suposición de que eran inferiores y, tal vez, no fuesen nuestros hermanos de humanidad. Cupo al Cristianismo mostrar que ante Dios sólo existe una especie de hombres y que, más o menos puros y elevados, ellos lo son no por el color de la epidermis o de la sangre, sino por el espíritu; es decir, por la mejor comprensión que tengan de las cosas y principalmente por la bondad que impriman sus actos. (...)»

Con la abolición de la esclavitud todos podemos disponer libremente de nuestras vidas. «(…) Sin dudas, estamos todavía muy distantes de una experiencia mundial de respeto integral a las libertades humanas; no obstante, ya las aceptamos como un ideal que debe ser alcanzado y eso es un gran paso, pues tal comprensión habrá de elevarnos, día más o día menos, a ese estado de paz y felicidad al que todos aspiramos».

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