un poco de El Libro de los Espíritus para entrar en calor para la clase de sábado.
Cariños,
La hermana menor
MARCHA DEL PROGRESO
779 – ¿Posee el hombre
en sí mismo la fuerza para progresar o el progreso es tan solo producto de una
enseñanza?
– El hombre se
desarrolla naturalmente a sí mismo. Pero no todos progresan al mismo tiempo y
de la misma forma. Entonces es cuando los más adelantados ayudan al progreso de
los otros por medio del contacto social.
780 – ¿El progreso
moral sigue siempre al progreso intelectual?
– Es su consecuencia,
pero no siempre le sigue inmediatamente.
– ¿Cómo puede conducir
el progreso intelectual al progreso moral?
– Haciendo comprender
el bien y el mal; el hombre puede entonces elegir. El desarrollo del libre
albedrío sigue al de la inteligencia y aumenta la responsabilidad de los actos.
– ¿A qué se debe
entonces que los pueblos más ilustrados sean con frecuencia los más pervertidos?
– El progreso completo
es el objetivo, pero los pueblos, como los individuos no llegan a él más que
paso a paso. Mientras no esté desarrollado en ellos el sentido moral, hasta
pueden servirse de su inteligencia para hacer mal. La moral y la inteligencia
son dos fuerzas
que sólo a la larga se
equilibran.
781 – ¿ Es dado al
hombre poder detener la marcha del progreso?
– No; pero sí
estorbarlo a veces.
– ¿Qué debe pensarse de
los hombres que intentan detener la marcha del progreso y hacer retrogradar a
la Humanidad?
– Pobres seres, a
quienes Dios castigará. Serán arrastrados por la corriente que quieren detener.
Siendo el progreso una
condición de la naturaleza humana, no está al alcance de nadie oponerse a él.
Es una fuerza viva que las malas leyes pueden retardar pero no ahogar. Cuando
estas leyes son incompatibles con él, las arrastra con todos aquéllos que
intentan mantenerlas, y así será hasta que el hombre haya puesto sus leyes en
relación con la justicia divina, que quiere el bien para todos, y no leyes
hechas por el fuerte en perjuicio del débil.
782 – ¿No hay hombres
que entraban el progreso de buena fe, creyendo favorecerlo, porque lo
consideran desde su punto de vista y con frecuencia donde no está?
– Piedrecita colocada
bajo la rueda de un gran coche, que no le impide avanzar.
783 – ¿El
perfeccionamiento de la Humanidad sigue siempre una marcha progresiva y lenta?
– Existe el progreso
regular y lento que resulta de la fuerza de las cosas; pero cuando un pueblo no
avanza bastante aprisa, Dios le suscita de vez en cuando una sacudida física o
moral que lo transforma.
El hombre no puede
permanecer perpetuamente en la ignorancia, porque debe llegar al fin marcado
por la Providencia. Se ilustra por la fuerza de las cosas. Las revoluciones
morales, como las sociales, se infiltran poco a poco en las ideas y germinan
durante siglos enteros y luego estallan de repente y hacen que se hunda el
carcomido edificio del pasado, que no está ya en armonía con las nuevas
necesidades y las aspiraciones nuevas. Con frecuencia el hombre no percibe en
esas conmociones más que la confusión y el desorden momentáneos que perjudican
sus intereses materiales. Pero el que eleva su pensamiento por encima de la
personalidad, admira los designios de la Providencia que del mal hace salir el
bien. Es la tempestad y el huracán que sanean la atmósfera, después de haberla
perturbado.
784 – La perversidad
del hombre es muy grande, ¿y no parece que retrocede en vez de adelantar, por
lo menos desde el punto de vista moral?
– Te engañas. Observa
bien el conjunto y verás como avanza, pues comprende mejor lo que es malo y
cada día corrige los abusos. El exceso del mal es necesario para hacer comprender
la necesidad del bien y de las reformas.
785 – ¿Cuál es el mayor
obstáculo al progreso?
– El orgullo y el
egoísmo. Quiero hablar del progreso moral, porque el progreso intelectual
avanza siempre y a primera vista, parece dar a esos vicios una actividad redoblada,
desarrollando la ambición y el amor a las riquezas que, a su vez excitan al
hombre a las investigaciones que ilustran su Espíritu.
Así es como todo se
eslabona en el mundo moral y en el físico, y como del mismo mal puede surgir el
bien. Pero ese estado de cosas es breve y cambiará a medida que el hombre
comprenda mejor que, fuera del goce de los bienes, hay una dicha infinitamente
más grande y duradera. Hay dos especies de
progresos que se prestan mutuo apoyo y que, sin embargo, no caminan paralelos,
tales son el progreso intelectual y el moral. El primero cuenta en los pueblos
civilizados y en el siglo actual con todos los incentivos que pueden desearse y
de aquí que haya logrado un desarrollo desconocido hasta nuestros días. Mucho
falta para que el segundo esté a un mismo nivel, y si se comparan, no obstante,
las costumbres sociales con las de algunos siglos atrás, sería preciso ser
ciego para negar el progreso. ¿Por qué, pues, la marcha ascendente ha de
detenerse antes respecto de la moral que de la inteligencia? ¿Por qué no ha de
haber entre el siglo decimonoveno y el vigesimocuarto tanta diferencia, cómo
entre el decimocuarto y el decimonoveno? Dudar de ello equivaldría a pretender
que la Humanidad ha llegado al apogeo de la perfección, lo que sería absurdo, o
que no es moralmente perfectible, lo que es desmentido por la experiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario