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martes, 23 de junio de 2015

El fenómeno mediúmnico a través del tiempo

Hola familia,
los monitores de la clase de ESDE del próximo sábado nos envían el texto de estudio. El tema es de los que despertan interés y se merece mucha atención. ¡Buena lectura y nos vemos en CEADS!
Cariños de la hermana menor
Panorama histórico representativo de la manifestación del  fenómeno mediúmnico a través del tiempo.
La inmortalidad del alma y las comunicaciones entre los vivos (encarnados) y los muertos (desencarnados) eran creencias generalizadas en los pueblos de la antigüedad. Por lo tanto, esas creencias tuvieron su origen en el ejercicio natural y empírico de la mediumnidad (mediumnismo primitivo) en el cual la intuición constituyó el sistema inicial de intercambio.

La primeras manifestaciones mediúmnicas se presentaron bajo la forma de animismo tribal, período en el que se personalizaba a las fuerzas de la naturaleza. Es lo que se denomina fetichismo. Los fetiches básicos del hombre primitivo eran la Tierra - Madre y el Cielo - Padre.  Esto demuestra que el fenómeno mediúmnico es conocido desde las primeras edades del mundo.  De ese hecho surgió la creencia en la pluralidad de dioses ya que al llamarse dios a todo lo que era sobrehumano, los hombres consideraron dioses a los Espíritus.


Con el desarrollo mental del ser humano, se amalgaman la experiencia y la imaginación, y de ello nace la mitología popular con sus divinidades colmadas de magia (los dioses del Olimpo griego, por ejemplo). Después, y aún en esa fase primitiva de las manifestaciones mediúmnicas, aparece la primera expresión religiosa antropomórfica de la humanidad: el culto a los ancestros (manes, dioses, dioses particulares). En realidad, los pueblos antiguos transformaron a los Espíritus en (...) divinidades especiales. Las Musas (diosas mitológicas) no eran sino la personificación alegórica de los Espíritus protectores de las ciencias y de las artes, así como los dioses Lares y Penates simbolizaban a los Espíritus protectores de la familia.

La fase del mediumnismo primitivo se fractura con la sucesión de los períodos del mediumnismo oracular y del mediumnismo bíblico. Los oráculos predominan en el inicio del proceso de civilización. De ellos parten diversas orientaciones que abarcan las relaciones sociales, políticas y religiosas de los grandes pueblos de la antigüedad. Entre tanto, en el mediumnismo bíblico el fenómeno mediúmnico adquiere una nueva dimensión porque se aparta del politeísmo que reinaba en ese entonces para representar la manifestación del Dios Universal y Supremo. El fenómeno mediúmnico continúa su trayectoria evolutiva y sólo alcanza su apogeo con la Doctrina Espírita que define a la mediumnidad como una condición natural del ser humano y la enfoca bajo los aspectos racional y científico. 


Los anales de todas las naciones demuestran que desde remotísimas épocas de la Historia la evocación a los Espíritus ha sido practicada por ciertos hombres que hicieron de ella una especialidad. El más antiguo código religioso que se conoce: los Vedas, que aparece (en la India) miles de años antes de Jesucristo, certifica la existencia de los Espíritus.

Es así que, desde tiempos inmemoriales, los sacerdotes iniciados en los misterios (doctrina secreta) prepararon a individuos llamados faquires para evocar a los Espíritus y para obtener los más notables fenómenos del magnetismo.

Con el tiempo, y como consecuencia de las guerras que obligaron a emigrar a gran parte del pueblo hindú, el secreto de las evocaciones se esparció por toda Asia, y esa tradición que llegó de la India, aún se encuentra entre los egipcios y los hebreos.

Efectivamente, todos los historiadores coinciden en atribuir a los sacerdotes del antiguo Egipto poderes que parecían sobrenaturales y misteriosos. Los magos de los faraones realizaban estos prodigios que fueron referidos en la Biblia. Dejando de lado el aspecto legendario que puedan tener esas narraciones, lo cierto es que ellos evocaban a los muertos, ya que Moisés, su discípulo, prohibió formalmente a los hebreos que se entregaran a esas prácticas.

Pese a la prohibición de Moisés, siempre existieron investigadores que se tentaron con esas evocaciones misteriosas; establecieron una doctrina secreta a la que llamaron Cábala, pero se rodearon de precauciones e hicieron que el adepto jurara inviolable secreto para el vulgo. 

También con referencia al pueblo hebreo, debemos destacar que el profetismo en Israel durante veinte siglos consecutivos, es uno de los fenómenos trascendentales más notables de la Historia. La verdad es que los profetas israelitas fueron médiums inspirados.  El origen del profetismo en Israel se destaca por una imponente manifestación. Cierto día, Moisés escoge a setenta ancianos y los coloca alrededor del tabernáculo. Jehová revela su presencia a través de una nube, e inmediatamente, las poderosas facultades de Moisés se transmiten a los otros y “ellos profetizaron.”

En Grecia, la creencia en las evocaciones era general. Todos los templos tenían mujeres llamadas pitonisas encargadas de proferir oráculos mediante la evocación a los dioses (Espíritus); muchas veces, quien realizaba la consulta quería ver y hablar personalmente con la sombra evocada, y, como sucedía en la Judea, se lograba ponerlo en comunicación con el ser al cual deseaba interrogar. Por otro lado, los discípulos de Sócrates se referían con admiración y respeto al amigo invisible que lo acompañaba constantemente.

En Italia sucede los mismo que en India, que en Egipto y que con los hebreos. El privilegio de evocar a los Espíritus, que al principio estuvo reservado a los miembros de la clase sacerdotal, se esparció poco a poco por el pueblo, y, si creemos en Tertuliano, el Espiritismo se practicaba entre los antiguos mediante los mismos medios que hoy se realizan entre nosotros. Además, Tertuliano trata explícitamente de las mesas giratorias y parlantes.

“Si le es permitido – decía Tertuliano – a los magos hacer aparecer fantasmas, evocar niños y proferir oráculos; si ellos realizan gran número de milagros, si explican los sueños, si tienen a sus órdenes Espíritus mensajeros y demonios mediante los cuales las mesas que profetizan son un hecho común, ¿con qué redoblado celo esos poderosos Espíritus no se esforzarán por hacer en su propio provecho lo que realizan en provecho de los otros?”. Corroborando estas afirmaciones de Tertuliano se puede citar un pasaje que narra Amiano Marcelino sobre Patricio e Hilario quienes, conducidos ante el tribunal romano acusados por el crimen de magia, se defendieron manifestando que “con trozos de laurel habían fabricado una mesita (mensulam) sobre la cual habían colocado una vasija redonda hecha de varios metales, en cuyos bordes se había grabado el alfabeto. Luego, un hombre vestido de lino, después de haber recitado una fórmula y de haber hecho una evocación al dios de la profecía, había suspendido sobre la vasija un anillo sujeto con un hilo de lino muy fino, y había consagrado por medios misteriosos. El anillo, saltando en forma sucesiva pero no confusamente sobre varias letras grabadas, se detenía ante cada una, e iba formando versos perfectamente regulares, con los que respondía las preguntas formuladas.

En la Galia, el proceso de intercambio con el plano espiritual era intenso. La conmemoración de los muertos tuvo su origen entre los galos. El primero de noviembre se celebraba la fiesta de los Espíritus, no en los cementerios – los galos no honraban a los cadáveres – sino en cada morada, donde los bardos (poetas) y los videntes evocaban a las almas de los difuntos. Según sus creencias, los bosques y las charmecas estaban poblados por Espíritus errantes. Los Duz y los Korrigans eran almas que buscaban nuevas encarnaciones.

Sin embargo, donde la mediumnidad alcanza su apogeo, es, justamente, en el Cristianismo nasciturus. Todo el lapso de tiempo que el inolvidable Maestro estuvo entre los hombres es un cántico de luz y de amor que manifiesta su condición de Intercesor de la Sabiduría Divina. Y los apóstoles que se mantuvieron leales a Él, al continuar con su ministerio, se convirtieron en notables médiums el día de Pentecostés cuando, unidas sus energías por encontrarse “todos reunidos”, los emisarios espirituales del Señor, por intermedio de ellos, produjeron abundantes fenómenos físicos, como señales luminosas y voces directas, incluyendo también fenómenos de psicofonía y de xenoglosía en los que las enseñanzas del Evangelio fueron dictadas en varias lenguas simultáneamente para los israelitas de diversas procedencias. Desde entonces, los acontecimientos mediúmnicos se tornaron habituales para ellos. El magnetismo curativo se practicaba ampliamente a través de la mirada y por la imposición de manos. Se retiraban los Espíritus sufridores que vampirizaban a pobres obsesados. Un hombre objetivo y obstinado como Saulo de Tarso desarrolló la clarividencia de un momento para otro, vio a Cristo cerca de las puertas de Damasco, y recibió sus instrucciones. Y como Saulo, a pesar de ser intrépido, sintió una enorme conmoción moral, Jesús, condolido, buscó en la aludida ciudad a Ananías, médium clarividente, y le pidió que socorriera al compañero que comenzaba su tarea. Los mensajeros espirituales brindaron continua asistencia a los sembradores del Evangelio, no solamente en la casa de los apóstoles en Jerusalén, sino también y de la misma manera, en el hogar de los cristianos en Antioquía, donde la mediumnidad brinda valiosos e incesantes servicios.

Los hechos mediúmnicos continúan produciéndose durante el transcurso de los tiempos. La Iglesia Católica, más que ninguna otra, tenía necesidad de combatir esas prácticas que le resultan detestables, y, por lo tanto, durante la Edad Media, millares de víctimas fueron quemadas sin piedad con el nombre de hechiceros y de magos, por haber evocado a los Espíritus.

No obstante esto, en esa misma época, se destacaron dos grandes figuras históricas: Cristóbal Colón, el descubridor de un nuevo mundo y Juana de Arco, que obedece a sus voces. En su arriesgada misión, Colón es guiado por un genio invisible. Lo consideraban un visionario. En los momentos de mayores dificultades, escuchaba una voz desconocida que le murmuraba al oído: “Dios quiere que tu nombre resuene gloriosamente a través del mundo; te serán dadas las llaves de todos esos puertos desconocidos del océano que actualmente se mantienen cerrados por colosales cadenas.” La vida de Juana de Arco está en el recuerdo de todos. Se sabe que en todas partes, seres invisibles inspiraban y dirigían a la heroica virgen de Domrémy. Todos los éxitos de su gloriosa epopeya le fueron anunciados previamente. Surgen apariciones ante ella; voces celestiales le susurran al oído. La inspiración fue en ella como el borboteo de una impetuosa corriente. En medio de los combates, en los consejos, así como ante los jueces, en todas partes, esa criatura de 18 años dirige o responde con seguridad, consciente del sublime rol que desempeña, sin variar jamás en su fe ni en sus palabras, y se mantiene inquebrantable
ante las súplicas y aún, ante la muerte.

Más allá de estos dos ejemplos, resplandece la figura de Francisco de Asís que engrandece la mediumnidad en luminosos acontecimientos. A esos nombres gloriosos, tenemos el derecho de agregar los de los grandes poetas. Después de la música, la poesía es uno de los focos más puros de inspiración; provoca el éxtasis intelectual que permite establecer comunicación con las esferas superiores. Todos los grandes poetas épicos iniciaron sus cantos con una invocación a los dioses o a la musa, y los Espíritus que los inspiraban respondían a esa súplica. Murmuran al oído del poeta mil cosas sublimes que solamente él entiende entre los hijos de los hombres.

Por otra parte, se puede decir que los hombres de genio de toda clase: artistas, sabios, literatos, son, sin lugar a duda, Espíritus adelantados capaces de comprender por sí mismos y de concebir grandes cosas. Y es precisamente porque los consideran capaces, que los Espíritus les sugieren las ideas necesarias cuando quieren efectuar determinados trabajos. De esta manera, la mayoría de las veces, ellos son médium sin saberlo. A pesar de eso, tienen la vaga intuición de que interviene una asistencia extraña, ya que, todo aquel que apela a la inspiración, lo que en realidad está haciendo, es una evocación. Si no esperara ser atendido, ¿por qué es que exclama frecuentemente: mi buen genio, ven en mi ayuda?.

Es así que, por ejemplo, Dante Alighieri es un médium incomparable. Su “Divina Comedia” es una peregrinación a través de los mundos invisibles. Es por intermedio de su Beatriz muerta que Alighieri ve “el esplendor de la intensa luz eterna” que iluminó toda su vida. En medio de aquella sombría Edad Media su vida y su obra resplandecen como la cima de los Alpes cuando se tiñen con las últimas claridades del día, y el resto de la tierra está sumida en sombras. De ese modo, la mediumnidad que brillaba entre los primeros cristianos no se oculta, sino que por el contrario, continúa produciendo grandiosos fenómenos.

El fenómeno mediúmnico prosigue en expansión, y, en la Edad Moderna, nos encontramos con Lutero, cuya vida transita entre visiones; con Teresa de Ávila que tiene admirables desdoblamientos; con José de Copertino, que levita ante la atónita mirada del papa Urbano VIII. 

Tasso compone a los 18 años su poema caballeresco “Renaud” bajo la inspiración de Ariosto, y más tarde, en 1575, su obra capital: “Jerusalén Liberada”, una vasta epopeya que él mismo afirma que también le fue inspirada. Shakespeare, Milton  fueron igualmente inspirados.  Entre las obras principales de Shakespeare, Hamlet y Macbeth contienen célebres escenas en las que surgen apariciones. Los espectros del padre de Hamlet y de Banquo, aferrados al mundo material por el yugo del pasado, se tornan visibles e impulsan a los vivos a cometer crímenes. Milton le pedía a su hija que tocara el arpa antes de componer sus cantos de “El Paraíso Perdido” porque, decía él, la armonía atrae a los genios inspiradores. Goethe abrevó ampliamente en las fuentes de lo invisible. El “Fausto” es una obra mediúmnica y simbólica de primer orden.

Mozart, el famoso músico, fue también un gran médium inspirado. En una de sus cartas a un amigo íntimo nos inicia en los misterios de su inspiración musical: “Dices que desearías saber cuál es mi modo de componer y qué método sigo. Verdaderamente, no puedo responder a ese respecto sino con lo siguiente, porque yo mismo no lo sé y no puedo explicármelo. Cuando estoy en buena disposición y completamente solo, durante mi paseo, los pensamientos musicales se agolpan en mí en abundancia. Ignoro de dónde proceden y cómo me llegan; en esto mi voluntad no tiene ninguna intervención.”


En el periodo que abarca fines de la Edad Moderna e inicio de la Edad Contemporánea, emerge con todo vigor la inolvidable figura de Beethoven. Este famoso músico al referirse a la fuente de la cual provenía la concepción de sus obras primas decía: “Me siento obligado a dejar que el torrente de armonías que provienen del foco de inspiración se derrame por todos lados. Procuro seguirlas y me apodero de ellas apasionadamente, pero de nuevo se me escapan y desaparecen entre la multitud de distracciones que me cercan. Poco después, vuelvo a aprehender con ardor la inspiración; arrobado, voy multiplicando todas las modulaciones, y, finalmente, me apropio del primer pensamiento musical.”

Aún en la fase inicial de la Edad Contemporánea, se puede citar a Honoré de Balzac. Este gran escritor francés, en varias de sus obras expresó todos los problemas de la vida invisible, del ocultismo y del magnetismo. Todos esos temas eran familiares para él. Los trataba con la competencia de un verdadero maestro en una época en la que aún eran poquísimos los que los conocían. Fue, no solamente un profundo observador, sino también un vidente en la más elevada acepción del término.  A su vez, el célebre músico Chopin tenía visiones que a veces lo aterraban. Sus más bellas composiciones – su “Marcha Fúnebre”, sus “Nocturnos”- fueron escritas en completa oscuridad.

A mediados del siglo XIX, – en plena Edad Contemporánea – se produce una popularización inesperada de los fenómenos mediúmnicos, que se expanden rápidamente por todo el mundo. Esa expansión es tan contundente que llevó a decir a Arthur Conan Doyle que los fenómenos en cuestión tenían las características de una invasión organizada.  Esa fase de popularización del fenómeno mediúmnico propició el advenimiento de la Doctrina Espírita codificada por Allan Kardec. Entre los fenómenos que antecedieron inmediatamente a la Codificación, los más significativos fueron, sin duda, los que se produjeron en Hydesville, en los Estados Unidos, y los denominados mesas giratorias que se propagaron especialmente en Europa.


Finalmente se puede decir, que después del advenimiento de la Doctrina Espírita, el fenómeno mediúmnico continúa expandiéndose. Notables médiums han hecho posible el intercambio entre los dos planos de la vida. Sólo a título de ejemplo citaremos a Eusapia Paladino en Italia; Florence Cook y Sra. d’ Espérance en Inglaterra; Sra. Piper en los Estados Unidos; Amalia Domingo Soler en España; y los excelentes médiums brasileños Ana Prado, Zilda Gama, Yvonne +Pereira y, especialmente, Francisco Cândido Xavier.


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