Muy Buenas Tardes!!
Este sábado tenemos el Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita (ESDE) en CEADS con el tema Desobsesión. Os invitamos estudiar las clases anteriores con mucho detenimiento para recordar conceptos ya estudiados, y avanzar en el estudio con menos dudas.
Os dejo el texto para previo estudio.
Un abrazo fraternal
Marcello Pagnotta y Andrea Campos
Desobsesión: profilaxis y terapéutica
Algunas personas lamentan que
haya Espíritus malos. De hecho, no es sino con un cierto desencanto que
encontramos la perversidad en este mundo, donde solamente nos gustaría
encontrar seres perfectos. Pero, desde el momento que las cosas son así, nada
podemos hacer: es necesario aceptarlas como son. Es por nuestra propia
inferioridad que los Espíritus imperfectos pululan a nuestro al rededor. Las
cosas cambiarán cuando seamos mejores, como ya sucedió en los mundos más adelantados.
Ver y comprender el mal es una manera de
preservarnos contra él. Todos tenemos
desafectos de nuestras existencias pasadas, y en el período de evolución en el
que aún nos encontramos, atraemos la presencia de entidades poco evolucionadas
que se armonizan con el carácter de nuestro pensamiento, y que perjudica, por
lo general, involuntariamente, nuestras disposiciones y posibilidades en el
aprovechamiento de la vida y del tiempo. De
ese modo, la desobsesión actúa como remedio moral específico, renueva los
caminos mentales por donde nos corresponde transitar, nos inmuniza contra los
peligros de la alienación y establece ventajas ignoradas en nosotros, para
nosotros y en torno de nosotros, dentro de una dimensión que, por el momento,
no somos capaces de val orar. A través de ella desaparecen las enfermedades
fantasmas, los obstáculos tenebrosos, los fracasos; además, con su apoyo
espiritual, permite obtener horizontes más amplios para la comprensión de la vida,
y excelentes recursos moral es para obrar ante el prójimo con desapego y
comprensión.
Prevención de las obsesiones (profilaxis)
Hay diversas terapias que merecen
ser estudiadas para eliminar males que flagelan a la Humanidad. Los
antibióticos atacan los procesos infecciosos; hay establecimientos especializados
que estudian la patología del cáncer; la cirugía ha llegado al corazón para
sanar defectos cardíacos, y la vacuna es una defensa para millones de personas.
Pero, junto con las enfermedades que torturan el cuerpo físico, encontramos, en
este plano y en el otro, las calamidades de la obsesión, que desequilibran la
mente. (...) Están instaladas en todos los niveles, desde aquellos en los que
hay personas que tienen los elevados recursos de la inteligencia, hasta
aquellos otros donde viven compañeros que carecen de las mínimas nociones del
alfabeto. Muchas veces, esas calamidades
desbordan en tragedias pasionales que llaman la atención de la prensa, o en la
demencia, que debe ser conducida a un manicomio. Todo esto, sin mencionar los
problemas de la depresión, los desvaríos sexuales, los síndromes de la angustia
y las desarmonías familiares. De esta manera, es necesario tener en cuenta
que en todo proceso patológico, sea del cuerpo físico o del alma, la prevención
o la profilaxis, es la base de una vida sana.
La profilaxis es el conjunto de medidas
preventivas que evitan la aparición de enfermedades. En el caso de la obsesión – ya que ésta es una
enfermedad del alma – la profilaxis es de vital importancia. Como ya hemos
visto, la obsesión existe porque existe imperfección en nosotros. La
prevención de la obsesión consiste en la práctica del bien y en la confianza en
Dios. Por esa razón, los Espíritus de la Codificación nos orientan: (...) guardaos
de prestar atención a las sugerencias de los Espíritus que os dictan malos
pensamientos, que estimulan la discordia entre vosotros y que os insinúan las
malas pasiones. Desconfiad especialmente de aquellos que os exaltan el orgullo,
porque esos os asaltarán por el lado débil. Esa es la razón por la cual, en la
oración dominical, Jesús os enseñó a decir: “¡Señor! No nos dejes caer en
tentación, pero líbranos de todo mal”. (...) la única profilaxis eficaz contra la obsesión
es la del Evangelio. Es practicar el bien y ser bueno.”
El proceso de desobsesión (terapéutica)
En las inmediaciones de Gadara,
cuando Jesús se ocupaba del trabajo de desobsesión, lo encontramos conversando
fraternalmente con el obsesado que se presentó ante él, al mismo tiempo que era
escuchado por desdichados desencarnados. Es importante verificar, que cuando el
Maestro le preguntó su nombre, el médium, consciente de la presión que sufría
porque estaba sometido a inteligencias perturbadas y errantes, respondió que se
llamaba “Legión”, y el evangelista agrega que el obsesado procedía así, “porque
tenía dentro de él muchos demonios.” Hoy con Kardec, según las palabras
textuales del Codificador de la Doctrina Espírita en el ítem 6 del capítulo
XII: “Amarás a vuestros enemigos” de “El Evangelio según el Espiritismo”, sabemos que “esos demonios no eran más que
las almas de hombres perversos que no se habían despojado aún de los instintos
materiales.” En ese episodio, vemos que Cristo se ocupa simultáneamente del
médium y de las entidades que se comunicaban por su intermedio, en la
benemérita empresa del esclarecimiento colectivo. De esta manera, nos enseñaba que la desobsesión no es ir en busca del
fenómeno, sino un trabajo de amor unido al conocimiento, y del raciocinio
asociado a la fe.
Al analizar el problema de la
obsesión – en un mayor grado de gravedad – Kardec expone lo siguiente:
En los casos de obsesión grave, el obsesado queda como
envuelto e impregnado de un fluido pernicioso que neutraliza la acción de los
fluidos saludables, y los repele. Y es de ese fluido pernicioso que es
necesario liberarlo. Ahora bien, un fluido malo no puede ser eliminado por otro
también malo. Mediante una acción idéntica a la del médium curativo en los
casos de enfermedad, es necesario expulsar un fluido malo con la ayuda de un
fluido mejor. Pero, no siempre basta con esta acción mecánica. Es necesario,
sobre todo, actuar sobre el ser inteligente para lo cual es preciso poseer el
derecho de hablarle con autoridad, de la que carecerá quien no tenga
superioridad moral. Cuanto mayor sea ésta, mayor será también aquella. Pero,
esto no es todo aún: para asegurar la liberación de la víctima, es
indispensable que se conduzca al Espíritu perverso a renunciar a sus malos
propósitos, y que, mediante instrucciones suministradas con habilidad a través
de evocaciones hechas especialmente con el objeto de brindarle una educación
moral, se logre que comience a surgir en él el arrepentimiento, así como el
deseo del bien. El trabajo se torna más fácil cuando el obsesado, al comprender
su situación, colabora con su voluntad y con la oración. Pero se produce una
situación contraria cuando, deslumbrado por el Espíritu que lo domina, se
engaña respecto de las cualidades de éste, y se complace en el error al que es
inducido; entonces, en vez de colaborar, el obsesado rechaza toda asistencia.
Es el caso de la fascinación, que es siempre mucho más
rebelde que la más violenta subyugación.
En todos los casos de obsesión, la oración es el medio más poderoso que se
dispone para disuadir al obsesor de sus propósitos maléficos.
El obsesado, además de ser un
enfermo que representa a los otros enfermos, es, casi siempre, una criatura
colmada de torturadores problemas espirituales. Si le falta una voluntad firme
para la auto-educación, para la disciplina de sí misma, es casi seguro que su
dolorosa situación se prolongará más allá de la muerte.
Sólo el enfermo convertido voluntariamente en
médico de sí mismo logra la cura positiva. En el doloroso cuadro de
las obsesiones, el principio es análogo. Si la víctima se rinde incondicional
mente ante el adversario, se entrega a él y se torna en posesa después de
haberse transformado en un autómata a merced del perseguidor. Si posee voluntad
frágil e indecisa, se habitúa a la persistente acción de los verdugos, y queda
enviciada en un círculo de irregularidades de muy difícil corrección, porque en
poco tiempo, se convertirá en polo de vigorosa atracción mental que atraerá a los
mismos verdugos. En esos casos, nuestras actividades de ayuda están casi circunscriptas
a meros trabajos de socorro, para posibles resultados lejanos. Pero, cuando
encontramos a un enfermo interesado en su propia cura, y que utiliza nuestros
recursos para aplicarlos en su moralización interior, entonces podemos prever
triunfos inmediatos.
Es fundamental comprender, que en
la terapia de la desobsesión, el Espiritismo posee valiosos recursos que ayudan
a combatir las influencias negativas. Entre tanto, a aquel que se hace acreedor
de los beneficios de esos recursos, Emmanuel le recomienda: “es natural que
esperes ayuda, pero es también necesario que te ayudes. Restablece tus energías físicas bajo la inspiración de la ciencia
curativa que la Providencia Divina te asegura en la Tierra, pero satisface
también la medicación del alma a través de lecturas
moralizadoras en cuyos textos la Doctrina Espírita te ayude a retomar el
control del espíritu y promueva la conducción de la casa íntima. Cultiva la oración sin olvidar el trabajo saludable que valorice tu tiempo y tu
presencia, y, sobre todo, trata de obtener alguna actividad benéfica a través
de la cual puedas ser más útil en el logro de la felicidad del prójimo quien,
tal vez, tenga más necesidades que las que tú tienes. Reacciona
contra cualquier impacto de amargura o de resentimiento; cuanto te sea
posible, evita las circunstancias que, debido a tu condición de convaleciente,
te puedan conducir a la caída, y protégete en la
convivencia con hermanos cuyos lazos de comprensión y de afinidad te
garanticen el equilibrio que aún no pudiste recuperar completamente.”
Meditemos sobre el esfuerzo
generoso de aquellos que nos amparan, y sepamos colaborar con ellos en nuestro
propio beneficio. El enfermo asistido con excelentes recursos, debe cooperar
con el médico que lo atiende para poder curarse.
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