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jueves, 27 de junio de 2019
Las personas con un sentido de unidad experimentan una mayor satisfacción con la vida
Laura Marie Edinger-Schons
Traducción libre de Silver Chiquero
Traducción libre de Silver Chiquero
Las personas que
creen en la unidad (la idea de que todo en el mundo está conectado y es
interdependiente) parecen tener una mayor satisfacción con la vida que las que
no, independientemente de si pertenecen a una religión o no, según la
investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología.
"El sentimiento de estar en armonía con un principio
divino, la vida, el mundo, otras personas o incluso actividades, se ha
discutido en varias tradiciones religiosas, pero también en una amplia variedad
de investigaciones científicas de diferentes disciplinas", dijo Laura
Marie Edinger-Schons, Doctora de la Universidad de Mannheim y autora del
estudio. "Los resultados de dicho estudio revelan un efecto positivo
significativo de las creencias de unidad en la satisfacción con la vida,
incluso controlando las creencias religiosas".
Edinger-Schons realizó dos encuestas que comprendieron a
casi 75.000 personas en Alemania. En la primera encuesta, se pidió a más de 7.000
participantes, reclutados como parte de un proyecto de cooperación entre la Universidad
y una compañía, que respondieran a una serie de encuestas diseñadas para medir
su creencia sobre la unidad (por ejemplo: "Creo que todo en el mundo se
basa en un principio común" o "Todo en el mundo es interdependiente e
influenciado por los demás"). También se les pidió que respondieran a los
elementos que miden otros conceptos asociados con la unidad, como la conexión
social, la conexión con la naturaleza y la empatía, así como la satisfacción
con la vida.
Edinger-Schons encontró una correlación significativa
entre las puntuaciones en su escala de unidad y los conceptos asociados con la
unidad, lo que sugirió que era una medida válida del concepto. Más importante,
también encontró que las personas con puntuaciones de unidad más altos
reportaron una satisfacción con la vida significativamente mayor.
Para determinar si las puntuaciones de la unidad eran
variables en el tiempo o una construcción más fija, se envió la misma encuesta
al mismo grupo de personas seis semanas después. Aunque respondieron poco más
de 3.000 de ellos, Edinger-Schons todavía encontró que las creencias de unidad
no habían cambiado significativamente y, por tanto, podrían mantenerse estables
en el tiempo.
"Obviamente, las creencias de unidad son más que un
sentimiento o estado de ánimo específico de la situación", dijo.
"Parecen representar una actitud general hacia la vida".
Una vez más, también encontró una correlación
significativa entre las creencias de unidad y la satisfacción con la vida. Si
bien, estar satisfecho con la vida en general debería ser gratificante en sí
mismo, las investigaciones sugieren que las personas con mayor satisfacción en
la vida experimentan algunos beneficios adicionales, como un mayor rendimiento
académico en personas más jóvenes y una mejor salud en la vejez, según
Edinger-Schons.
En una segunda encuesta que incluyó a más de 67.000
personas, Edinger-Schons se fijó en, si las creencias de unidad podrían
explicar la satisfacción de la vida de las personas, por encima del efecto de
la religión. Se ha investigado mucho sobre la asociación entre la religión y la
satisfacción con la vida, pero se preguntó si no podría haber algo más en
juego. Específicamente, su hipótesis era que las creencias de unidad podrían
explicar la satisfacción de las personas con la vida incluso mejor que la
religión.
"Reconocí que, en
varios textos filosóficos y religiosos, una idea central es la idea de la
unidad", dijo Edinger-Schons. "En mi tiempo libre, disfruto del surf,
la capoeira, la meditación y el yoga, y se dice que todo esto conduce a
experiencias que pueden describirse como estar en contacto con la vida o la
naturaleza o simplemente experimentar un estado de flujo a través de estar
inmerso en la actividad. Me preguntaba si la creencia más grande en la unidad
es algo independiente de las creencias religiosas y cómo afecta la satisfacción
con la vida".
Los
participantes provenían de una variedad de orígenes religiosos, incluidas las
denominaciones protestantes, el catolicismo, el judaísmo, el islam, el
hinduismo y el budismo. Más de una cuarta parte de los que identificaron sus
creencias dijeron que eran ateos.
Si bien las
puntuaciones de unidad variaron según la religión (los musulmanes tenían la puntuación media más alta, mientras que los ateos tenían
la puntuación más baja), eran predictores mucho mejores de la satisfacción con
la vida que las creencias religiosas.
"No me sorprendió que los ateos tuvieran los niveles
más bajos de creencias de unidad en la muestra, pero lo que me sorprendió fue
que las creencias de unidad eran en realidad muy diferentes en varias
afiliaciones religiosas, con los musulmanes en los niveles más altos",
dijo. "Además, cuando se tomaron en cuenta las creencias de unidad, muchos
de los efectos positivos de la afiliación religiosa en la satisfacción con la
vida, desaparecieron".
“Hoy en día,
muchas personas practican yoga, meditación, deportes de acción y otras
actividades que tienen como objetivo alcanzar un estado de unidad o flujo. El
fortalecimiento de la creencia más general en la unidad de todo, tiene el
potencial de mejorar la vida de las personas e incluso podría ser más efectivo
que las creencias y prácticas religiosas tradicionales para mejorar la
satisfacción con la vida”, dijo Edinger-Schons.
Como todos
los participantes eran de Alemania, señaló que no está claro si este efecto se
traduciría en residentes de otros países y sugirió que se necesitaría más
investigación.
Bibliografia
Laura Marie
Edinger-Schons. Oneness beliefs and their effect on life satisfaction. Psychology
of Religion and Spirituality, 2019; DOI: 10.1037/rel0000259
Consideraciones espíritas sobre el libre albedrío
Por Miguel Vera Gallego
La mayor parte de las
cuestiones acerca de la libertad humana fueron debatidas y dilucidadas por San
Agustín a partir de la distinción del libre albedrío como posibilidad de
elección y como libertad propiamente dicha (libertas).
Los cristianos vieron que
el libre albedrío podía usarse bien o podía usarse mal. A pesar del
racionalismo e intelectualismo de casi todos los filósofos antiguos en
cuestiones éticas, la posibilidad de usar bien o mal el libre albedrío había
sido puesta de manifiesto en varias ocasiones (Aristóteles en Ética a Nicómaco, y por Ovidio en los
famosos versos en los que proclama que aprueba el bien, pero sigue el mal). Sin embargo, no había sido subrayada con el
radicalismo de San Pablo cuando indica que “No el bien que quiero, sino el mal
que no quiero hago” (Romanos 7:15).
Como quiera que sea, durante
el siglo XIX abundaron los debates en torno a la noción de libertad y
especialmente en torno a si el hombre es, o puede ser libre, tanto respecto a
los fenómenos de la Naturaleza como en la sociedad. Sería simplificar la
cuestión decir que hubo dos grandes grupos de doctrinas: unas que negaban la
posibilidad de la libertad, y otras que la afirmaban (materialistas versus
espiritualistas), puesto que hubo muchas y diversas posiciones intermedias
entre el determinismo completo y el completo “libertarianismo”, así como entre muchos
modos y grados de entender la libertad.
Para la doctrina espírita,
el libre albedrío está necesariamente relacionado a la cuestión de la evolución
y de la responsabilidad individual. Así lo encontramos en El libro de los espíritus cuando los Instructores superiores manifiestan
que “El desarrollo del libre albedrío acompaña al de la inteligencia y aumenta
la responsabilidad de los actos”. No obstante, para que las acciones humanas
sean consideradas buenas, no basta el desarrollo de la inteligencia sino que es
necesario que a ésta le acompañe el desarrollo moral.
Vislumbramos que el
objetivo del individuo (y sabemos que de los pueblos) es el progreso completo,
que llega de manera gradual. La inteligencia puede utilizarse para hacer el mal
mientras no se haya desarrollado en el ser el sentido moral. La moral y la
inteligencia –nos indican los Espíritus superiores- son dos fuerzas que sólo a
la larga se equilibran.
Si consideramos los
conceptos de libertad como ética y libertad como moral, la vida en sociedad
impone limitaciones al amplio ejercicio del libre albedrío. La primera se dice
respecto a la autonomía de actuar en función de lo que se quiere y de lo que el
otro espera que se haga. La segunda indica actuar en el bien, que puede ser
expresado con la conocida regla de oro anunciada por el Cristo: “Todo cuanto
queráis que os hagan los hombres hacédselo vosotros también a ellos; porque
esta es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).
La vida en sociedad es,
pues, una conquista evolutiva empero la mayoría de las relaciones personales
que llevan a una vivencia armónica se fundamentan en principios universales
especificados por la ética y la moral. En síntesis podemos afirmar que la ética
es la parte de la Filosofía que estudia los principios, motiva, disciplina y
orienta el comportamiento. La ética trata, por lo tanto, de la conducta en general
(de la vida en sociedad), así como específica (el código de ética médica, por
ejemplo).
En cambio, la palabra moral
hace referencia a las buenas costumbres, principios o bases del conocimiento a
partir de los cuales se establecen los códigos de conducta ética en la familia,
en sociedad y en el trabajo. En verdad, ambos términos están intrínsecamente
correlacionados, toda vez que no se puede suponer una conducta ética sin una
base moral que la sustente y le de validez. En este sentido, Agustín de Hipona
(354-430) definía el libre albedrío como la facultad de la razón y de la
voluntad por la cual es elegido el bien, mediante el auxilio de la gracia, o el
mal, por ausencia de ésta.
En sentido genérico podemos
afirmar que hay libertad individual cuando la persona piensa y actúa por sí
misma, esto es, por decisión propia. No obstante, cuando se consideran los
valores éticos y morales, percibimos que el hombre tiene una libertad relativa,
puesto que el límite de la manifestación de la voluntad individual termina cuando
comienza la libertad del otro.
Vislumbramos que la
libertad en sentido filosófico presenta dos conceptualizaciones: a) ausencia de
sumisión y dependencia; b) autonomía y espontaneidad en la manifestación de la
voluntad o de los deseos humanos.
En el binomio
libertad-voluntad se observa que querer ser libre es una fuerza que impulsa a
la obtención de la libertad, tornando al individuo independiente. Sin embargo,
si ese binomio no fuera bien aprehendido pueden surgir conflictos en las
relaciones que pueden llevar tanto a procesos patológicos como de naturaleza
criminal.
La mayoría de filósofos
admiten que ningún hombre posee una libertad ilimitada, total. Aristóteles
afirmaba que tanto la virtud como el vicio dependen de la voluntad del
individuo. Tomás de Aquino, filósofo católico, capitulaba que el libre albedrío
es la causa que determina la acción del individuo. Porque el ser humano actúa
según el juicio, esa fuerza cognitiva por la que puede elegir entre opciones
opuestas.
Para Rene Descartes, el
filósofo espadachín, la persona actúa con más libertad cuando comprende las
alternativas que implican una elección. Al analizar racionalmente las
posibilidades de una toma de decisión, el individuo tiene más probabilidad de
realizar una elección acertada. De esta forma, la persona que no trata de obtener
la información necesaria para ilustrarse, presentan mayores dificultades a la
hora de realizar algo o para identificar las propias alternativas ofrecidas por
la existencia. El filósofo francés consideraba que el ser humano debe intentar
siempre dominarse a sí mismo, deseando sólo aquello que se puede hacer. Aunque
las pasiones puedan ser buenas en sí mismas, cabe a la razón saber cómo
utilizarlas a fin de poder dominarlas, ya que la fuerza de las pasiones
consiste en engañar al alma con razones inadecuadas. Con lo cual, para
Descartes el intelecto tiene prioridad sobre las pasiones, en tanto que un
mayor conocimiento de ellas es condición necesaria para poder controlarlas.
Para el filósofo alemán
Immanuel Kant ser libre es ser autónomo, esto es, darse a sí mismo normas de
conducta moral que deben ser perseguidas racionalmente. En su obra principal,
la Critica de la razón pura, el
filósofo prusiano piensa que la conciencia de libertad se desarrolla por el
conocimiento racional y por la intuición, aunque el primero se sobrepone al
segundo. En otras palabras, la persona puede, perfectamente, hacer uso de su
libre albedrío sin intervención de ninguna otra cosa, aunque lo hará con
seguridad si tuviera conocimiento y conciencia de los límites de su libertad.
Las nociones de voluntad y
pasión alcanzan una significación considerable en la doctrina espírita.
Emmanuel nos aclara con relación al concepto de voluntad que es la
administradora de la mente y nos dirá igualmente que sólo ella es lo suficientemente
fuerte como para sustentar la armonía del espíritu (Pensamiento y vida, Cap. 2).
En la pregunta 907 de El libro de los espíritus encontramos
que la pasión en sí misma no es un sentimiento malo: “La pasión está en el
exceso unido a la voluntad, pues su principio ha sido otorgado al hombre para
el bien […]. Lo que causa el mal es el abuso que se hace de ellas”.
Vemos, pues, que las
pasiones son como un caballo que es útil cuando se le domina; y peligroso
cuando el que domina es él. “Son palancas que multiplican las fuerzas del
hombre y lo ayudan a cumplir con los designios de la Providencia […]. El
principio de las pasiones no es, pues, un mal, ya que descansa en una de las
condiciones providenciales de nuestra existencia” (El libro de los espíritus, Pregunta 908).
Como corolario consideramos
la apreciación que nos brinda León Denis sobre la libertad. El admirable
filósofo espírita nos dice que “La libertad es la condición necesaria del alma
humana sin la cual ésta no podría construir su destino” (El problema del ser y del destino, Tercera parte, Cap. 22).
Por consiguiente, libertad
y responsabilidad son correlativas en el ser y aumentan con su elevación; es la
responsabilidad del hombre la que forma su dignidad y moralidad. Sin ella no
sería más que un autómata, un juguete de las fuerzas ambientales: la noción de
moralidad es inseparable de la de libertad.
El libre albedrío es, pues,
la expansión de la personalidad y de la conciencia. Para que seamos libres es
necesario quererlo y hacer esfuerzos para venir a serlo, liberándonos, así, de
la esclavitud de la ignorancia y de las pasiones más bajas; substituyendo el
imperio de los instintos y de las sensaciones por el dominio de la razón, rumbo
a la intuición.
Los sanos no tienen necesidad de médico
Por Janaina de Oliveira
El Evangelio de San Mateo (cap. IX, v. 10, 11 y 12) recoge un momento de la vida de Jesús en que éste se disponía a comer en compañía de “publicanos y
pecadores”, siendo criticado
por los fariseos. Como gran conocedor del alma humana, el Maestro responde a
las críticas con una máxima que sigue
resonando en nuestros oídos a través de los siglos: “Los sanos no tienen
necesidad de médico sino los enfermos”.
Imaginemos a este
corazón puro sentado lado
a lado con los hombres y mujeres considerados de la peor clase por su pobreza,
enfermedad o profesión. Algunos estarían sucios, casi
todos con vestimentas humildes, aquí y allí los signos de la enfermedad física que les caracterizaría, los modales a la
mesa probablemente no serían los más sofisticados.
Seguramente estarían felices por
compartir la mesa con Jesús, aunque ninguno
comprendiera en su justa medida la elevación del espíritu que tenían ahí a su lado. Con estas
personas se dispuso Jesús a comer, a
compartir el pan. ¿Estuve yo sentada en
esta mesa al lado de Jesús, ignorante de su
misión, comiendo
festivamente en compañía del guía y modelo de la
humanidad? ¿Estuviste tú, amigo lector, amiga lectora?
Es curioso pensar
que Jesús nos podría haber propuesto un
ayuno especial para la purificación del cuerpo, pero lo que queda recogido en los evangelios es la
disposición del Cristo en
compartir con la humanidad el alimento. Este alimento es a la vez material y
espiritual. La humanidad entera se ve representada en estos “publicanos y
pecadores”. Jesús conoce la miseria
del alma humana y por esto viene a traer su mensaje de amor y esperanza, pan de
la vida para los corazones hambrientos que deambulan por las sendas del dolor.
Todos necesitamos a este médico.
En “El Evangelio según el Espiritismo” Kardec comenta la aplicación que la escena puede tener para el Espiritismo. Algunas personas
pueden pensar que hay médiums que no se
merecen la facultad mediúmnica y que ésta debería recaer solamente sobre
los buenos y justos. Esto, sin embargo, significa ignorar la función misma de la
mediumnidad en un planeta de pruebas y expiaciones. La mayor parte de los médiums encuentran en
la mediumnidad una puerta de rescate de débitos pasados a través de los muchos
inconvenientes que ésta les produce y de
la oportunidad de trabajo renovador en el bien que representa. Es como si el
Maestro invitara a los médiums a un gran
banquete. Él se acerca a los
que se equivocaron mucho en el pasado y sufren las consecuencias de sus actos
en el presente. ¿Qué médium podrá eludir la necesidad de desarrollar su facultad ancorada en la Buena
Nueva? Todos necesitamos al médico de almas.
El banquete del amor
y la esperanza está servido. Los invitados somos todos, todos los que hemos de renovar
actitudes, rescatar deudas pasadas, dar pasos firmes en la dirección de la renovación de las actitudes íntimas. Jesús se sienta a la
mesa con nosotros, comprendiendo nuestras necesidades materiales y
espirituales. Depende de cada uno de nosotros aceptar esta invitación para compartir el
pan con el Maestro y los hermanos de humanidad.
Leyes Divina o Naturales
Por Flavia Roggerio
Las Leyes Morales
Ley de adoración
La Ley
Divina o ley natural, es la ley de Dios; es la única verdadera para la dicha
del hombre. Le indica lo que debe o no hacer y él es infeliz cuando de ella se
aparta. La ley natural es eterna e inmutable como el mismo Dios. Todos pueden
conocerla; pero no todos la comprenden. Los que mejor la comprenden son los
hombres de bien y los que quieren buscarla. Todos, no obstante, la conocerán un
día, porque es preciso que se realice el progreso.
629. ¿Qué
definición puede darse de la moral? «Moral es la regla para proceder bien, es
decir, la distinción entre el bien y el mal. Está fundada en la observación de
la ley de Dios. El hombre procede bien cuando todo lo hace con la mira y para
bien de todos; porque entonces cumple la ley de Dios». 630. ¿Cómo puede
distinguirse el bien del mal? «El bien es todo lo que está conforme con la ley
de Dios y el mal todo lo que de ella se separa. Así, pues, hacer el bien es
conformarse con la ley de Dios, hacer el mal es infringirla».
«Entre
las leyes divinas, las unas reglamentan el movimiento y las relaciones de la
materia bruta, tales son las leyes físicas, cuyo estudio es del dominio de la Ciencia.
Las otras conciernen especialmente al hombre en sí mismo y en sus relaciones
con Dios y sus semejantes. Comprenden así las reglas de la vida, del cuerpo y
del alma. Estas son las leyes morales». (64)
625.
¿Cuál es el tipo más perfecto que Dios ha ofrecido al hombre para que le sirviese
de guía y modelo? «Jesús». 647. ¿Toda la ley de Dios está contenida en la
máxima del amor al prójimo enseñada por Jesús? «Ciertamente que esta máxima
contiene todos los deberes de los hombres entre sí; pero es preciso enseñarles
su aplicación, de otro modo descuidarían, como hoy lo hacen. Además, la ley
natural comprende todas las circunstancias de la vida y esta máxima no es más
que una parte. Son necesarias al hombre reglas precisas, pues los preceptos
generales y muy vagos dejan demasiadas puertas abiertas a la interpretación».
649.
¿En qué consiste la adoración? «En la elevación del pensamiento a Dios. Por
medio de la adoración se aproxima el alma a Él». La adoración se origina de un
sentimiento innato como el de la existencia de Dios. La conciencia de su propia
debilidad induce al hombre a inclinarse ante aquél que puede protegerle. La
adoración verdadera es la del corazón. En todas tus acciones, recuerda que el
Señor siempre te está observando. 660. ¿La oración hace mejor al hombre? «Sí;
porque el que ora con fervor y confianza es más fuerte contra las tentaciones
del mal y Dios le envía buenos Espíritus para que le asistan. La oración es un
auxilio que nunca se niega, cuando es pedido con sinceridad». 662.¿Puede orarse
con provecho por otro? «El Espíritu del que ora obra en virtud de la voluntad
de hacer el bien. Por medio de la oración, atrae a los Espíritus buenos que se
asocian al bien que quiere hacer». 663. Las oraciones que hacemos por nosotros
mismos, ¿pueden cambiar la naturaleza de nuestras pruebas y desviar su curso?
«Vuestras pruebas están en manos de Dios y las hay que deben ser soportadas
hasta lo último; pero Dios entonces toma siempre en cuenta la resignación. La
oración atrae a los Espíritus buenos que nos dan fuerzas para soportarlas con
valor y, haciendo que nos parezcan menos duras. Lo hemos dicho, nunca es inútil
la oración cuando se hace el bien; porque da fuerzas, lo cual es de por sí un
gran resultado».
Ley de trabajo
674.
¿La necesidad del trabajo es una ley de la naturaleza? «El trabajo es una ley
natural y por eso es una necesidad. La civilización obliga al hombre a mayor
trabajo, porque aumenta sus necesidades y sus goces». Todo trabaja en la
naturaleza, así como los hombres, los animales trabajan limitados a su
conservación. La naturaleza del trabajo es relativa a la de las necesidades.
Cuanto menos material son éstas, menos lo es también aquél. No creas que el
hombre permanezca inactivo e inútil, pues la ociosidad sería un suplicio en vez
de ser un beneficio. 683. ¿Cuál es el límite del trabajo? «El límite de las
fuerzas. Por lo demás, Dios deja al hombre en libertad».
Ley de reproducción
686.
¿La reproducción de los seres vivos es una ley natural? «Es evidente, pues sin
la reproducción perecería el mundo corporal». 687. Si la población sigue
siempre la progresión creciente que se observa, ¿llegará el día en que sea
exuberante en la Tierra? «No; Dios siempre lo provee y mantiene el equilibrio.
Nada hace inútil y el hombre que sólo ve un retazo del cuadro de la naturaleza,
no puede apreciar la armonía del conjunto». 695. El matrimonio, es decir, la
unión permanente de dos seres, ¿es contrario a la ley natural? «Es un progreso
en la marcha de la Humanidad». 696. ¿Qué efecto produciría en la sociedad
humana la abolición del matrimonio? «El regreso a la vida de los animales».
«El
estado de la naturaleza es el de la unión libre y fortuita de los sexos. El
matrimonio es uno de los primeros actos de progreso en las sociedades humanas;
porque establece la solidaridad fraternal y se halla en todos los pueblos,
aunque en diversas condiciones». (67)
Ley de conservación
702.
¿El instinto de conservación es una ley natural? «Sin duda. Ha sido dado a
todos los seres vivientes, cualquiera que sea su grado de inteligencia; en los
unos es puramente maquinal y en los otros racional». 703. ¿Con qué objeto ha
dado Dios a todos los seres vivientes el instinto de conservación? «Porque
todos deben concurrir a las miras de la Providencia. Por esto Dios les ha dado
la necesidad de vivir. Además, la vida es necesaria al perfeccionamiento de los
seres, que lo sienten instintivamente sin darse cuenta de ello». 710. En los
mundos donde está más depurada la organización, ¿tienen necesidad de
alimentación los seres vivientes? «Sí, pero su alimentación está en relación
con su naturaleza. Estos alimentos no serían bastante sustanciosos para
vuestros estómagos groseros, lo mismo que ellos no podrían digerir los
vuestros». 711. ¿Tienen derecho todos los hombres a usar de los bienes de la
Tierra? «Este derecho es consecuencia de la necesidad de vivir. Dios no puede
haber impuesto un deber sin haber dado los medios de cumplirlo».
Ley de destrucción
728.
¿La destrucción es una ley natural? «Es preciso que todo sea destruido para que
renazca y sea regenerado. Porque lo que vosotros llamáis destrucción no es más
que una transformación, cuyo objeto es la renovación y mejoramiento de los
seres vivientes». 731. ¿Por qué junto a los medios de conservación, la
naturaleza ha colocado al mismo tiempo los agentes destructores? «Junto al mal,
el remedio. Ya lo hemos dicho, para mantener el equilibrio y para que sirva de
contrapeso». 742. ¿Qué causa arrastra al hombre a la guerra? «Predominio de la
naturaleza animal sobre la espiritual y satisfacción de las pasiones. En estado
de barbarie, los pueblos no conocen otro derecho que el del más fuerte. De aquí
que la guerra sea su estado normal». 743. ¿Desaparecerá algún día la guerra de
la Tierra? «Sí, cuando los hombres comprendan la justicia y practiquen la ley
de Dios; entonces serán hermanos todos los pueblos». 744. ¿Cuál ha sido el
objeto de la Providencia, haciendo necesaria la guerra? «La libertad y el
progreso». - a) Si la guerra ha de producir el efecto de llegar a la libertad,
¿a qué se debe que tenga con frecuencia por fin y resultado la dominación?
«Dominación momentánea para cansar a los pueblos, a fin de hacerles progresar
más rápido». 760. ¿La pena de muerte desaparecerá algún día de la legislación
humana? «La pena de muerte desaparecerá incontestablemente. Y su supresión
marcará un progreso en la Humanidad. Cuando los hombres estén más ilustrados,
la pena de muerte será completamente abolida de la Tierra. Los hombres no
tendrán necesidad de ser juzgados por los hombres. Hablo de un tiempo que aún
está bastante alejado de vosotros».
Ley de sociedad
766.
¿La vida social es natural? «Indudablemente. Dios ha hecho al hombre para vivir
en sociedad. No le ha dado inútilmente la palabra y todas las otras facultades
necesarias a la vida de relación». 770. ¿Qué hemos de pensar de los hombres que
viven en reclusión absoluta, para huir del contacto pernicioso del mundo? «Doble
egoísmo». La mejor expiación consiste en hacer más bien que el mal que se ha
hecho. Evitando un mal, cae en otro, pues olvida la ley de amor y caridad. «Ningún
hombre tiene facultades completas. Por medio de la unión social se completan
los unos a los otros para asegurarse el bienestar y progresar. De aquí que,
necesitándose unos a otros, han sido hechos para vivir en sociedad y no
aislados» (68).
Ley de progreso
776.
¿Son la misma cosa el estado natural y la ley natural? «No; el estado natural
es el estado primitivo. La civilización es incompatible con el estado natural,
al paso que la ley natural contribuye al progreso de la Humanidad». 780. b) -
¿A qué se debe que los pueblos más ilustrados sean a menudo los más
pervertidos? «El progreso completo es el objeto; pero los pueblos, como los
individuos no llegan a él más que paso a paso. Mientras no esté desarrollado en
ellos el sentido moral, hasta pueden servirse de su inteligencia para hacer el mal.
La moral y la inteligencia son dos fuerzas que sólo a la larga se equilibran». «La
elevación en este mundo y la autoridad sobre sus semejantes, son pruebas tan
peligrosas y grandes como la desgracia; porque mientras más rico y poderoso es
un hombre, más obligaciones tiene que cumplir y mayores son los medios de hacer
el bien y el mal». (71) «Por el pensamiento disfruta el hombre de libertad sin
límites, puesto que no reconoce trabas. Puede contener su vuelo, pero no aniquilarlo».
(72) «La humanidad progresa por medio de los individuos que se mejoran poco a
poco y se ilustran. Cuando estos últimos son mayores en número, se hacen
superiores y arrastran detrás de sí, a los otros. De tiempo en tiempo, surgen
entre ellos, hombres de genio que dan el impulso y luego vienen otros
revestidos de autoridad, instrumentos de Dios, que en algunos años la hacen
progresar en muchos siglos». (74)
Ley de igualdad
803
¿Todos los hombres son iguales ante Dios? «Sí; todos tienden a un mismo fin y
Dios ha hecho sus leyes para todos. Vosotros decís con frecuencia: El sol sale
para todos, y decís una verdad más grande y general de lo que creéis». 804.
¿Por qué no ha dado Dios a todos los hombres las mismas aptitudes? «Dios ha
creado iguales a todos los Espíritus; pero cada uno de ellos ha vivido más o
menos tiempo, y por consiguiente ha adquirido más o menos aptitudes. La
diferencia proviene de su grado de experiencia y de su voluntad que es el libre
albedrío». «El primero entre todos los derechos naturales del hombre es el
derecho a la vida y por esto nadie tiene derecho a atentar contra la vida de su
semejante, ni hacer nada que pueda comprometer su existencia corporal». (73)
Ley de libertad
825.
¿Hay posiciones en el mundo en que el hombre pueda vanagloriarse de gozar de
libertad absoluta? «No; porque todos, tanto los grandes como los pequeños, os
necesitáis unos a otros». 843. ¿Tiene el hombre libre albedrío de sus actos?
«Puesto que tiene libertad de pensar, tiene la de obrar. Sin libre albedrío
sería una máquina». 851. ¿Existe fatalidad en los acontecimientos de la vida?
«La fatalidad existe sólo en virtud de la elección que ha hecho el Espíritu,
antes de encarnarse, de sufrir tal o cual prueba».
Ley de justicia, amor y caridad
873.
¿El sentimiento de justicia es natural, o resultado de ideas adquiridas? «De
tal modo es natural, que os subleváis a la idea de una injusticia. El progreso
moral desarrolla sin duda ese sentimiento, pero no lo produce. Dios lo ha
puesto en el corazón del hombre y he aquí por qué encontráis a menudo en
hombres sencillos y primitivos nociones más exactas de la justicia que en los
que saben mucho». 874. ¿Si la justicia es una ley natural, a qué se debe que
los hombres la entiendan de tan diferente manera y que encuentre uno justo lo
que al otro parece injusto? «Es porque a ese sentimiento se mezclan a menudo
pasiones que lo alteran, como la mayor parte de los otros sentimientos naturales
y hacen que se vean las cosas desde un punto de vista falso». 886. ¿Cuál es el
verdadero sentido de la palabra caridad tal como la entendía Jesús?
«Benevolencia para con todos; indulgencia con las imperfecciones de los otros,
perdón de las ofensas». «La caridad,
según Jesús, no está reducida a la limosna, sino que comprende todas las
relaciones que tenemos con nuestros semejantes, ya sean nuestros inferiores,
iguales o superiores. Nos ordena la indulgencia; porque de ella necesitamos
nosotros y nos prohíbe humillar al desgraciado, muy al contrario de lo que
acostumbramos hacer». (75)
Los
Espíritus lo han dicho siempre: «La forma no es nada; el pensamiento lo es
todo. Rogad cada uno según vuestras convicciones y del modo que más os
conmueva, pues un buen pensamiento vale más que numerosas palabras; si en ellas
ninguna parte toma el corazón». (65) Todas estas orientaciones nos fueron
reveladas por los espíritus en el “Libro de los Espíritus”, obra del escritor y
pedagogo Allan Kardec, considerado el sistematizador de la Doctrina Espírita.
«Los espíritus anuncian que los tiempos designados por la providencia para
una manifestación universal han llegado ya, y que siendo ministros de Dios y
agentes de su voluntad, su misión es la de instruir e ilustrar a los hombres,
abriendo una nueva era a la regeneración de la humanidad. Este libro es la
recopilación de su enseñanza»..
Allan Kardec
«El
Espiritismo llegará a ser una creencia común y señalará una nueva era en la
historia de la humanidad; porque está en la Naturaleza y porque ha llegado el
tiempo en que debe ingresar en los conocimientos humanos. Habrán de sostenerse,
empero, grandes luchas más contra el interés que contra la convicción; porque
es preciso convencerse de que hay gente interesada en combatirlo, las unas por
amor propio y las otras por causas completamente materiales. Pero hallándose
cada día más aislados los contradictores, se verán obligados a pensar como todo
el mundo, bajo pena de ponerse en ridículo». (66) «Siendo el progreso una
condición de la naturaleza humana, no es posible a nadie oponerse a él. Es una
«fuerza viva» cuya acción puede ser retardada, pero no anulada, por las malas
leyes humanas». (69) «El Espiritismo ayudará al progreso, destruyendo al
materialismo, que es una de las plagas de la sociedad; hará ver a los hombres
donde están sus verdaderos intereses. No estando la vida futura velada por la
duda, el hombre comprenderá mejor que puede asegurarlo por medio del presente.
Destruyendo los prejuicios de secta, de castas y de colores, enseñará a los
hombres la gran solidaridad que ha de unirlos como hermanos». (70)
Os
invitamos al raciocinio natural de las ideas contenidas en este artículo. Os
invitamos a razonar sobre estas palabras en lo más íntimo, donde seguramente
encontrareis la lógica de la vida misma.
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